Según el diccionario de Oxford y Webster, en la escena divina, asuntos espirituales, el pecado es la transgresión de una ley o leyes divinas. También seguidores, donde no hay ley, no hay pecado. La ley de Moisés, o leyes, le fueron dadas al pueblo israelita, le fueron dadas a través de Moisés (Moshé), pero según el evangelio de juan 1, la palabra, Yeshua, ¡vino con la plenitud de la gracia y la verdad! ¿Por qué es eso significativo? Porque la ley de Moisés no fue dada a ningún otro pueblo, sino a los niños que él sacó de la esclavitud de Egipto bajo Ramsés 11, la dinastía del faraón. Pero Yeshua, el cordero de Dios, altísimo, no vino al mundo a salvar al pueblo de Israel, vino a traer la salvación al mundo. Juan 3: 16 dice: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que dio a su único Hijo amado, para que todo aquel que crea o confíe en él, no se pierda, sino que tenga vida eterna”. Entonces, si Yeshua no hubiera venido a ser el cordero sacrificado de Dios, los gentiles (otras naciones además de los hijos de Jacob/Israel) ellos, las naciones, quedarían fuera. Y Yeshua vino a salvar a todas las personas que confían en él, incluso al peor pecador. Dijo que no vino a llamar a los justos, sino a los pecadores al arrepentimiento. Él es el último limpiador y purgador; no hay otro. Él es el camino, la verdad y la vida. Por tanto, los siervos de El-Elyon han de llevar el evangelio, el reino de dios, altísimo, a todas las naciones de la tierra, enseñándolo y proclamándolo en su nombre original. En el nombre de Yeshua de Nazaret, es la palabra de Yeshua. Mire el acto 2: 28. ¡Debemos seguir las enseñanzas de Yeshua en juan 14:12-18 y ser obedientes a sus mandamientos con miras a amar a dios y a su hijo unigénito, el señor, Yeshua!" (TNDL)
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