Los líderes de la Liga de Naciones (o Comunidad de Naciones) y de las religiones se enfrentan al mismo dilema que Daniel, el siervo del Altísimo, al serle encomendado el liderazgo de los príncipes babilonios, al servicio del rey de Babilonia. Para superar la brecha entre las dos principales potencias políticas, es necesario comprender la ciencia política desde una perspectiva universal o amplia. A nivel personal, puede que a los líderes no les guste lo que se ven obligados a hacer; sin embargo, si es por el bien común y para evitar una guerra, deben ser líderes mundiales sabios para impedir que ocurra lo peor, al menos durante su vida. Daniel fue un líder sabio y prudente, y al hacerlo, salvó a su pueblo, los israelitas, de la tiranía de los príncipes babilonios. (TNDL)
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